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Proverbios 4 Salmo 35

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 4 sept 2015
  • 4 Min. de lectura

Proverbios 4

La sabiduría es lo máximo

1 Escuchen, hijos, la corrección de un padre; dispónganse a adquirir inteligencia. 2 Yo les brindo buenas enseñanzas, así que no abandonen mi instrucción. 3 Cuando yo era pequeño y vivía con mi padre, cuando era el niño consentido de mi madre, 4 mi padre me instruyó de esta manera: «Aférrate de corazón a mis palabras; obedece mis mandamientos, y vivirás. 5 Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no olvides mis palabras ni te apartes de ellas. 6 No abandones nunca a la sabiduría, y ella te protegerá; ámala, y ella te cuidará. 7 La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento. 8 Estima a la sabiduría, y ella te exaltará; abrázala, y ella te honrará; 9 te pondrá en la cabeza una hermosa diadema; te obsequiará una bella corona.» 10 Escucha, hijo mío; acoge mis palabras, y los años de tu vida aumentarán. 11 Yo te guío por el camino de la sabiduría, te dirijo por sendas de rectitud. 12 Cuando camines, no encontrarás obstáculos; cuando corras, no tropezarás. 13 Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar; cuídala bien, que ella es tu vida. 14 No sigas la senda de los perversos ni vayas por el camino de los malvados. 15 ¡Evita ese camino! ¡No pases por él ¡Aléjate de allí, y sigue de largo! 16 Los malvados no duermen si no hacen lo malo; pierden el sueño si no hacen que alguien caiga. 17 Su pan es la maldad; su vino, la violencia. 18 La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud. 19 Pero el camino de los malvados es como la más densa oscuridad ¡ni siquiera saben con qué tropiezan! 20 Hijo mío, atiende a mis consejos; escucha atentamente lo que digo. 21 No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. 22 Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo. 23 Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida. 24 Aleja de tu boca la perversidad; aparta de tus labios las palabras corruptas. 25 Pon la mirada en lo que tienes delante; fija la vista en lo que está frente a ti. 26 Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos. 27 No te desvíes ni a diestra ni a siniestra; apártate de la maldad.

Salmo 35
Salmo de David.

1 Defiéndeme, Señor, de los que me atacan; combate a los que me combaten. 2 Toma tu adarga, tu escudo, y acude en mi ayuda. 3 Empuña la lanza y el hacha, y haz frente a los que me persiguen. Quiero oírte decir: «Yo soy tu salvación.» 4 Queden confundidos y avergonzados los que procuran matarme; retrocedan humillados los que traman mi ruina. 5 Sean como la paja en el viento, acosados por el ángel del Señor; 6 sea su senda oscura y resbalosa, perseguidos por el ángel del Señor. 7 Ya que sin motivo me tendieron una trampa, y sin motivo cavaron una fosa para mí, 8 que la ruina los tome por sorpresa; que caigan en su propia trampa, en la fosa que ellos mismos cavaron. 9 Así mi alma se alegrará en el y se deleitará en su salvación; 10 así todo mi ser exclamará: «¿Quién como tú, Señor? Tú libras de los poderosos a los pobres; a los pobres y necesitados libras de aquellos que los explotan.» 11 Se presentan testigos despiadados y me preguntan cosas que yo ignoro. 12 Me devuelven mal por bien, y eso me hiere en el alma; 13 pues cuando ellos enfermaban yo me vestía de luto, me afligía y ayunaba ¡Ay, si pudiera retractarme de mis oraciones! 14 Me vestía yo de luto, como por un amigo o un hermano. Afligido, inclinaba la cabeza, como si llorara por mi madre. 15 Pero yo tropecé, y ellos se alegraron, y a una se juntaron contra mí. Gente extraña, que yo no conocía, me calumniaba sin cesar. 16 Me atormentaban, se burlaban de mí, y contra mí rechinaban los dientes. 17 ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tolerar esto? Libra mi vida, mi única vida, de los ataques de esos leones. 18 Yo te daré gracias en la gran asamblea; ante una multitud te alabaré. 19 No dejes que de mí se burlen mis enemigos traicioneros; no dejes que se guiñen el ojo los que me odian sin motivo. 20 Porque no vienen en son de paz, sino que urden mentiras contra la gente apacible del país. 21 De mí se ríen a carcajadas, y exclaman: «¡Miren en lo que vino a parar!» 22 Señor, tú has visto todo esto;no te quedes callado ¡Señor, no te alejes de mí! 23 ¡Despierta, Dios mío, levántate ¡Hazme justicia, Señor, defiéndeme! 24 Júzgame según tu justicia, Señor mi Dios; no dejes que se burlen de mí. 25 No permitas que piensen: «¡Así queríamos verlo!» No permitas que digan: «Nos lo hemos tragado vivo.» 26 Queden avergonzados y confundidos todos los que se alegran de mi desgracia; sean cubiertos de oprobio y vergüenza todos los que se creen más que yo. 27 Pero lancen voces de alegría y regocijo los que apoyan mi causa, y digan siempre: «Exaltado sea el Señor, quien se deleita en el bienestar de su siervo.» 28 Con mi lengua proclamaré tu justicia, y todo el día te alabaré.


 
 
 
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