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Proverbios 5 & Salmo 36

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 5 sept 2015
  • 3 Min. de lectura

Proverbios 5

Advertencia contra el adulterio

5 Hijo mío, pon atención a mi sabiduría y presta oído a mi buen juicio, 2 para que al hablar mantengas la discreción y retengas el conocimiento. 3 De los labios de la adúltera fluye miel; su lengua es más suave que el aceite. 4 Pero al fin resulta más amarga que la hiel y más cortante que una espada de dos filos. 5 Sus pies descienden hasta la muerte; sus pasos van derecho al sepulcro. 6 No toma ella en cuenta el camino de la vida; sus sendas son torcidas, y ella no lo reconoce. 7 Pues bien, hijo mío, préstame atención y no te apartes de mis palabras. 8 Aléjate de la adúltera; no te acerques a la puerta de su casa, 9 para que no entregues a otros tu vigor, ni tus años a gente cruel; 10 para que no sacies con tu fuerza a gente extraña, ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos. 11 Porque al final acabarás por llorar, cuando todo tu ser se haya consumido. 12 Y dirás: «¡Cómo pude aborrecer la corrección ¡Cómo pudo mi corazón despreciar la disciplina! 13 No atendí a la voz de mis maestros, ni presté oído a mis instructores. 14 Ahora estoy al borde de la ruina, en medio de toda la comunidad.» 15 Bebe el agua de tu propio pozo, el agua que fluye de tu propio manantial. 16 ¿Habrán de derramarse tus fuentes por las calles y tus corrientes de aguas por las plazas públicas? 17 Son tuyas, solamente tuyas, y no para que las compartas con extraños. 18 ¡Bendita sea tu fuente ¡Goza con la esposa de tu juventud! 19 Es una gacela amorosa, es una cervatilla encantadora. ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo! 20 ¿Por qué, hijo mío, dejarte cautivar por una adúltera? ¿Por qué abrazarte al pecho de la mujer ajena?

21 Nuestros caminos están a la vista del Señor; él examina todas nuestras sendas. 22 Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan. 23 Morirá por su falta de disciplina; perecerá por su gran insensatez.

Salmo 36
Al director musical. De David, el siervo del Señor.

1 Dice el pecador: «Ser impío lo llevo en el corazón.» No hay temor de Dios delante de sus ojos.

2 Cree que merece alabanzas y no halla aborrecible su pecado. 3 Sus palabras son inicuas y engañosas; ha perdido el buen juicio y la capacidad de hacer el bien. 4 Aun en su lecho trama hacer el mal; se aferra a su mal camino y persiste en la maldad.

5 Tu amor, Señor, llega hasta los cielos; tu fidelidad alcanza las nubes. 6 Tu justicia es como las altas montañas; tus juicios, como el gran océano. Tú, Señor, cuidas de hombres y animales; 7 ¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser humano halla refugio a la sombra de tus alas. 8 Se sacian de la abundancia de tu casa; les das a beber de tu río de deleites. 9 Porque en ti está la fuente de la vida, y en tu luz podemos ver la luz.

10 Extiende tu amor a los que te conocen, y tu justicia a los rectos de corazón. 11 Que no me aplaste el pie del orgulloso, ni me desarraigue la mano del impío. 12 Vean cómo fracasan los malvados: ¡caen a tierra, y ya no pueden levantarse!


 
 
 
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