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Proverbios 8 & Salmo 39

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 8 sept 2015
  • 4 Min. de lectura

Proverbios 8

Llamado de la sabiduría.

8 ¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? 2 Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. 3 Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: 4 «A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. 5 Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! 6 Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán con justicia. 7 Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. 8 Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. 9 Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. 10 Opten por mi instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. 11 Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara.

12 »Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia y poseo conocimiento y discreción. 13 Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. 14 Míos son el consejo y el buen juicio; míos son el entendimiento y el poder. 15 Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. 16 Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. 17 A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. 18 Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. 19 Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. 20 Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, 21 enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros.

22 »El Señor me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. 23 Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. 24 No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. 25 Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, 26 antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. 27 Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. 28 Cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; 29 cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, 30 allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; 31 me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba!

32 »Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los que van por mis caminos. 33 Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden. 34 Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. 35 En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor. 36 Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte.»

Salmo 39
Al director musical. Para Jedutún. Salmo de David.

1 Me dije a mí mismo: «Mientras esté ante gente malvada vigilaré mi conducta, me abstendré de pecar con la lengua, me pondré una mordaza en la boca.» 2 Así que guardé silencio, me mantuve callado. ¡Ni aun lo bueno salía de mi boca! Pero mi angustia iba en aumento; 3 ¡el corazón me ardía en el pecho! Al meditar en esto, el fuego se inflamó y tuve que decir:

4 «Hazme saber, Señor, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir; hazme saber lo efímero que soy. 5 Muy breve es la vida que me has dado; ante ti, mis años no son nada. Un soplo nada más es el mortal,

6 un suspiro que se pierde entre las sombras. Ilusorias son las riquezas que amontona, pues no sabe quién se quedará con ellas.

7 »Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? ¡Mi esperanza he puesto en ti! 8 Líbrame de todas mis transgresiones. Que los necios no se burlen de mí. 9 »He guardado silencio; no he abierto la boca, pues tú eres quien actúa. 10 Ya no me castigues, que los golpes de tu mano me aniquilan. 11 Tú reprendes a los mortales, los castigas por su iniquidad; como polilla, acabas con sus placeres. ¡Un soplo nada más es el mortal!

12 » Señor, escucha mi oración, atiende a mi clamor; no cierres tus oídos a mi llanto. Ante ti soy un extraño, un peregrino, como todos mis antepasados. 13 No me mires con enojo, y volveré a alegrarme antes que me muera y deje de existir.»


 
 
 
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