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Proverbios 13 & Salmo 44

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 13 sept 2015
  • 4 Min. de lectura

Proverbios 13

13 El hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no hace caso a la reprensión. 2 Quien habla el bien, del bien se nutre, pero el infiel padece hambre de violencia. 3 El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina. 4 El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos. 5 El justo aborrece la mentira; el malvado acarrea vergüenza y deshonra. 6 La justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al pecador. 7 Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada; hay quien parece ser pobre, y todo lo tiene. 8 Con su riqueza el rico pone a salvo su vida, pero al pobre no hay ni quien lo amenace. 9 La luz de los justos brilla radiante, pero los malvados son como lámpara apagada. 10 El orgullo sólo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. 11 El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece. 12 La esperanza frustrada aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida. 13 Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa. 14 La enseñanza de los sabios es fuente de vida, y libera de los lazos de la muerte. 15 El buen juicio redunda en aprecio, pero el camino del infiel no cambia. 16 El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad. 17 El mensajero malvado se mete en problemas; el enviado confiable aporta la solución. 18 El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y deshonra; el que atiende a la corrección recibe grandes honores. 19 El deseo cumplido endulza el alma, pero el necio detesta alejarse del mal. 20 El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado. 21 Al pecador lo persigue el mal, y al justo lo recompensa el bien. 22 El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las riquezas del pecador se quedan para los justos. 23 En el campo del pobre hay abundante comida, pero ésta se pierde donde hay injusticia. 24 No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo. 25 El justo come hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre.

Salmo 44
Al director musical. Masquil de los hijos de Coré.

1 Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado las proezas que realizaste en sus días, en aquellos tiempos pasados: 2 Con tu mano echaste fuera a las naciones y en su lugar estableciste a nuestros padres; aplastaste a aquellos pueblos, y a nuestros padres los hiciste prosperar. 3 Porque no fue su espada la que conquistó la tierra, ni fue su brazo el que les dio la victoria: fue tu brazo, tu mano derecha; fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas. 4 Sólo tú eres mi rey y mi Dios ¡Decreta las victorias de Jacob! 5 Por ti derrotamos a nuestros enemigos; en tu nombre aplastamos a nuestros agresores. 6 Yo no confío en mi arco, ni puede mi espada darme la victoria; 7 tú nos das la victoria sobre nuestros enemigos, y dejas en vergüenza a nuestros adversarios. 8 ¡Por siempre nos gloriaremos en Dios ¡Por siempre alabaremos tu nombre! 9 Pero ahora nos has rechazado y humillado; ya no sales con nuestros ejércitos. 10 Nos hiciste retroceder ante el enemigo; nos han saqueado nuestros adversarios. 11 Cual si fuéramos ovejas nos has entregado para que nos devoren, nos has dispersado entre las naciones. 12 Has vendido a tu pueblo muy barato, y nada has ganado con su venta. 13 Nos has puesto en ridículo ante nuestros vecinos; somos la burla y el escarnio de los que nos rodean. 14 Nos has hecho el hazmerreír de las naciones; todos los pueblos se burlan de nosotros. 15 La ignominia no me deja un solo instante; se me cae la cara de vergüenza 16 por las burlas de los que me injurian y me ultrajan, por culpa del enemigo que está presto a la venganza. 17 Todo esto nos ha sucedido, a pesar de que nunca te olvidamos ni faltamos jamás a tu pacto. 18 No te hemos sido infieles, ni nos hemos apartado de tu senda. 19 Pero tú nos arrojaste a una cueva de chacales ¡nos envolviste en la más densa oscuridad! 20 Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios, o tendido nuestras manos a un dios extraño, 21 ¿acaso Dios no lo habría descubierto, ya que él conoce los más íntimos secretos? 22 Por tu causa, siempre nos llevan a la muerte ¡nos tratan como a ovejas para el matadero! 23 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes ¡Levántate! No nos rechaces para siempre. 24 ¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión? 25 Estamos abatidos hasta el polvo; nuestro cuerpo se arrastra por el suelo. 26 Levántate, ven a ayudarnos, y por tu gran amor, ¡rescátanos!


 
 
 
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