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Proverbios 24 & Salmo 55

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 24 sept 2015
  • 4 Min. de lectura

Proverbios 24

24 No envidies a los malvados, ni procures su compañía; 2 porque en su corazón traman violencia, y no hablan más que de cometer fechorías. 3 Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. 4 Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros. 5 El que es sabio tiene gran poder, y el que es entendido aumenta su fuerza. 6 La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se alcanza con muchos consejeros. 7 La sabiduría no está al alcance del necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir. 8 Al que hace planes malvados lo llamarán intrigante. 9 Las intrigas del necio son pecado, y todos aborrecen a los insolentes. 10 Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza. 11 Rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. 12 Pues aunque digas, «Yo no lo sabía» ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida ¡Él le paga a cada uno según sus acciones! 13 Come la miel, hijo mío, que es deliciosa; dulce al paladar es la miel del panal. 14 Así de dulce sea la sabiduría a tu alma; si das con ella, tendrás buen futuro; tendrás una esperanza que no será destruida. 15 No aceches cual malvado la casa del justo, ni arrases el lugar donde habita; 16 porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia. 17 No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu corazón ante su desgracia, 18 no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe, y aparte de él su enojo. 19 No te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los impíos, 20 porque el malvado no tiene porvenir ¡la lámpara del impío se apagará! 21 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey, y no te juntes con los rebeldes, 22 porque de los dos recibirás un castigo repentin ¡y quién sabe qué calamidades puedan venir! 23 También éstos son dichos de los sabios: No es correcto ser parcial en el juicio. 24 Maldecirán los pueblos, y despreciarán las naciones, a quien declare inocente al culpable. 25 Pero bien vistos serán, y bendecidos, los que condenen al culpable. 26 Una respuesta sincera es como un beso en los labios. 27 Prepara primero tus faenas de cultivo y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye tu casa. 28 No testifiques sin razón contra tu prójimo, ni mientas con tus labios. 29 No digas: «Le haré lo mismo que me hizo; le pagaré con la misma moneda.» 30 Pasé por el campo del perezoso, por la viña del falto de juicio. 31 Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno, y el lindero de piedras estaba en ruinas. 32 Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una lección: 33 Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos ... 34 ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez, como un hombre armado!

Salmo 55
Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Masquil de David.

1 Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica. 2 ¡Óyeme y respóndeme, porque mis angustias me perturban! Me aterran 3 las amenazas del enemigo y la opresión de los impíos, pues me causan sufrimiento y en su enojo me insultan. 4 Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invade un pánico mortal. 5 Temblando estoy de miedo, sobrecogido estoy de terror. 6 ¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo! 7 Me iría muy lejos de aquí; me quedaría a vivir en el desierto. 8 Presuroso volaría a mi refugio, para librarme del viento borrascoso y de la tempestad. 9 ¡Destrúyelos, Señor! ¡Confunde su lenguaje! En la ciudad sólo veo contiendas y violencia; 10 día y noche rondan por sus muros, y dentro de ella hay intrigas y maldad. 11 En su seno hay fuerzas destructivas; de sus calles no se apartan la opresión y el engaño. 12 Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría yo esconder. 13 Pero lo has hecho tú, un hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo, 14 a quien me unía una bella amistad, con quien convivía en la casa de Dios. 15 ¡Que sorprenda la muerte a mis enemigos ¡Que caigan vivos al sepulcro, pues en ellos habita la maldad! 16 Pero yo clamaré a Dios, y el Señor me salvará. 17 Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha. 18 Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí. 19 ¡Dios, que reina para siempre, habrá de oírme y los afligirá! Esa gente no cambia de conducta, no tiene temor de Dios. 20 Levantan la mano contra sus amigos y no cumplen sus compromisos. 21 Su boca es blanda como la manteca, pero sus pensamientos son belicosos. Sus palabras son más suaves que el aceite, pero no son sino espadas desenvainadas. 22 Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre. 23 Tú, oh Dios, abatirás a los impíos y los arrojarás en la fosa de la muerte; la gente sanguinaria y mentirosa no llegará ni a la mitad de su vida. Yo, por mi parte, en ti confío.


 
 
 
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