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Salmo 66 & Proverbios 5

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 5 oct 2015
  • 3 Min. de lectura

Salmo 66

¡Aclamen alegres a Dios, habitantes de toda la tierra! 2 Canten salmos a su glorioso nombre; ¡ríndanle gloriosas alabanzas! 3 Díganle a Dios: «¡Cuán imponentes son tus obras! Es tan grande tu poder que tus enemigos mismos se rinden ante ti. 4 Toda la tierra se postra en tu presencia, y te cantan salmos; cantan salmos a tu nombre.»

5 ¡Vengan y vean las proezas de Dios, sus obras portentosas en nuestro favor! 6 Convirtió el mar en tierra seca, y el pueblo cruzó el río a pie. ¡Regocijémonos en él! 7 Con su poder gobierna eternamente; sus ojos vigilan a las naciones. ¡Que no se levanten contra él los rebeldes!

8 Pueblos todos, bendigan a nuestro Dios, hagan oír la voz de su alabanza. 9 Él ha protegido nuestra vida, ha evitado que resbalen nuestros pies. 10 Tú, oh Dios, nos has puesto a prueba; nos has purificado como a la plata. 11 Nos has hecho caer en una red; ¡pesada carga nos has echado a cuestas! 12 Las caballerías nos han aplastado la cabeza; hemos pasado por el fuego y por el agua, pero al fin nos has dado un respiro.

13 Me presentaré en tu templo con holocaustos y cumpliré los votos que te hice, 14 los votos de mis labios y mi boca que pronuncié en medio de mi angustia. 15 Te ofreceré holocaustos de animales engordados, junto con el humo de ofrendas de carneros; te ofreceré toros y machos cabríos.

16 Vengan ustedes, temerosos de Dios, escuchen, que voy a contarles todo lo que él ha hecho por mí. 17 Clamé a él con mi boca; lo alabé con mi lengua. 18 Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado; 19 pero Dios sí me ha escuchado, ha atendido a la voz de mi plegaria. 20 ¡Bendito sea Dios, que no rechazó mi plegaria ni me negó su amor!

Proverbios 5

Amonestación contra la impureza

5 Hijo mío, está atento a mi sabiduría, Y a mi inteligencia inclina tu oído,

2 Para que guardes consejo, Y tus labios conserven la ciencia.

3 Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite;

4 Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como espada de dos filos.

5 Sus pies descienden a la muerte; Sus pasos conducen al Seol.

6 Sus caminos son inestables; no los conocerás, Si no considerares el camino de vida.

7 Ahora pues, hijos, oídme, Y no os apartéis de las razones de mi boca.

8 Aleja de ella tu camino, Y no te acerques a la puerta de su casa;

9 Para que no des a los extraños tu honor, Y tus años al cruel;

10 No sea que extraños se sacien de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño;

11 Y gimas al final, Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,

12 Y digas: !!Cómo aborrecí el consejo, Y mi corazón menospreció la reprensión;

13 No oí la voz de los que me instruían, Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!

14 Casi en todo mal he estado, En medio de la sociedad y de la congregación.

15 Bebe el agua de tu misma cisterna, Y los raudales de tu propio pozo.

16 ¿Se derramarán tus fuentes por las calles, Y tus corrientes de aguas por las plazas?

17 Sean para ti solo, Y no para los extraños contigo.

18 Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud,

19 Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre.

20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena, Y abrazarás el seno de la extraña?

21 Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas.

22 Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y retenido será con las cuerdas de su pecado.

23 El morirá por falta de corrección, Y errará por lo inmenso de su locura.


 
 
 
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