Salmo 90 & Proverbios 29
- Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
- 29 oct 2015
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Salmo 90
Oración de Moisés, hombre de Dios.
1 Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación. 2 Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios.
3 Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, cuando dices: «¡Vuélvanse al polvo, mortales!» 4 Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó; son como unas cuantas horas de la noche. 5 Arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la hierba 6 que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca.
7 Tu ira en verdad nos consume, tu indignación nos aterra. 8 Ante ti has puesto nuestras iniquidades; a la luz de tu presencia, nuestros pecados secretos. 9 Por causa de tu ira se nos va la vida entera; se esfuman nuestros años como un suspiro. 10 Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida, sin embargo, sólo traen pesadas cargas y calamidades: pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros. 11 ¿Quién puede comprender el furor de tu enojo? ¡Tu ira es tan grande como el temor que se te debe! 12 Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.
13 ¿Cuándo, Señor, te volverás hacia nosotros? ¡Compadécete ya de tus siervos! 14 Sácianos de tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría. 15 Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir; ¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría! 16 ¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes!
17 Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.
Proverbios 29
29 El que es reacio a las reprensiones será destruido de repente y sin remedio.
2 Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los impíos gobiernan, el pueblo gime.
3 El que ama la sabiduría alegra a su padre; el que frecuenta rameras derrocha su fortuna.
4 Con justicia el rey da estabilidad al país; cuando lo abruma con tributos, lo destruye.
5 El que adula a su prójimo le tiende una trampa.
6 Al malvado lo atrapa su propia maldad, pero el justo puede cantar de alegría.
7 El justo se ocupa de la causa del desvalido; el malvado ni sabe de qué se trata.
8 Los insolentes conmocionan a la ciudad, pero los sabios apaciguan los ánimos.
9 Cuando el sabio entabla pleito contra un necio, aunque se enoje o se ría, nada arreglará.
10 Los asesinos aborrecen a los íntegros, y tratan de matar a los justos.
11 El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla.
12 Cuando un gobernante se deja llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen.
13 Algo en común tienen el pobre y el opresor: a los dos el Señor les ha dado la vista.
14 El rey que juzga al pobre según la verdad afirma su trono para siempre.
15 La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre.
16 Cuando prospera el impío, prospera el pecado, pero los justos presenciarán su caída.
17 Disciplina a tu hijo, y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones.
18 Donde no hay visión, el pueblo se extravía; ¡dichosos los que son obedientes a la ley!
19 No sólo con palabras se corrige al siervo; aunque entienda, no obedecerá.
20 ¿Te has fijado en los que hablan sin pensar? ¡Más se puede esperar de un necio que de gente así!
21 Quien consiente a su criado cuando éste es niño, al final habrá de lamentarlo.
22 El hombre iracundo provoca peleas; el hombre violento multiplica sus crímenes.
23 El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido.
24 El cómplice del ladrón atenta contra sí mismo; aunque esté bajo juramento, no testificará.
25 Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado.
26 Muchos buscan el favor del gobernante, pero la sentencia del hombre la dicta el Señor.
27 Los justos aborrecen a los malvados, y los malvados aborrecen a los justos.