Proverbios 17 & Salmo 139
- Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
- 17 dic 2015
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Proverbios 17
Más vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay discordia.
2 El siervo sabio gobernará al hijo sinvergüenza, y compartirá la herencia con los otros hermanos.
3 En el crisol se prueba la plata y en el horno se prueba el oro, pero al corazón lo prueba el SEÑOR.
4 El malvado hace caso a los labios impíos, y el mentiroso presta oído a la lengua maliciosa.
5 El que se burla del pobre ofende a su Creador; el que se alegra de verlo en la ruina no quedará sin castigo.
6 La corona del anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres.
7 No va bien con los necios el lenguaje refinado, ni con los gobernantes, la mentira.
8 Vara mágica es el soborno para quien lo ofrece, pues todo lo que emprende lo consigue.
9 El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos.
10 Cala más un regaño en el hombre prudente que cien latigazos en el obstinado.
11 El revoltoso siempre anda buscando camorra, pero se las verá con un mensajero cruel.
12 Más vale toparse con un oso enfurecido que con un necio empecinado en su necedad.
13 Al que devuelve mal por bien, nunca el mal se apartará de su familia.
14 Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que comenzarla.
15 Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el SEÑOR aborrece.
16 ¿De qué le sirve al necio poseer dinero? ¿Podrá adquirir sabiduría si le faltan sesos?
17 En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano.
18 El que es imprudente se compromete por otros, y sale fiador de su prójimo.
19 Al que le gusta pecar, le gusta pelear; el que abre mucho la boca, busca que se la rompan.
20 El de corazón perverso jamás prospera; el de lengua engañosa caerá en desgracia.
21 Engendrar a un hijo necio es causa de pesar; ser padre de un necio no es ninguna alegría.
22 Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos.
23 El malvado acepta soborno en secreto, con lo que tuerce el curso de la justicia.
24 La meta del prudente es la sabiduría; el necio divaga contemplando vanos horizontes.
25 El hijo necio irrita a su padre, y causa amargura a su madre.
26 No está bien castigar al inocente, ni azotar por su rectitud a gente honorable.
27 El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos.
28 Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca.
Salmos 139
Al director musical. Salmo de David.
1 SEÑOR, tú me examinas, tú me conoces. 2 Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. 3 Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. 4 No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, SEÑOR, ya la sabes toda. 5 Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano. 6 Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo.
7 ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? 8 Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. 9 Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, 10 aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! 11 Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío», 12 ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!
13 Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. 14 ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! 15 Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. 16 Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos. 17 ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! 18 Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena. Y si terminara de hacerlo, aún estaría a tu lado.
19 Oh Dios, ¡si les quitaras la vida a los impíos! ¡Si de mí se apartara la gente sanguinaria, 20 esos que con malicia te difaman y que en vano se rebelan contra ti! 21 ¿Acaso no aborrezco, SEÑOR, a los que te odian,
y abomino a los que te rechazan? 22 El odio que les tengo es un odio implacable; ¡los cuento entre mis enemigos! 23 Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. 24 Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.