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Proverbios 14 & Salmo 17

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 14 ene 2016
  • 3 Min. de lectura

Proverbios 14

1 La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye.

2 El que va por buen camino teme al SEÑOR; el que va por mal camino lo desprecia.

3 De la boca del necio brota arrogancia; los labios del sabio son su propia protección.

4 Donde no hay bueyes el granero está vacío; con la fuerza del buey aumenta la cosecha.

5 El testigo verdadero jamás engaña; el testigo falso propaga mentiras.

6 El insolente busca sabiduría y no la halla; para el entendido, el conocimiento es cosa fácil.

7 Manténte a distancia del necio, pues en sus labios no hallarás conocimiento.

8 La sabiduría del prudente es discernir sus caminos, pero al necio lo engaña su propia necedad.

9 Los necios hacen mofa de sus propias faltas, pero los íntegros cuentan con el favor de Dios.

10 Cada corazón conoce sus propias amarguras, y ningún extraño comparte su alegría.

11 La casa del malvado será destruida, pero la morada del justo prosperará.

12 Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte.

13 También de reírse duele el corazón, y hay alegrías que acaban en tristeza.

14 El inconstante recibirá todo el pago de su inconstancia; el hombre bueno, el premio de sus acciones.

15 El ingenuo cree todo lo que le dicen; el prudente se fija por dónde va.

16 El sabio teme al SEÑOR y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y se pasa de confiado.

17 El iracundo comete locuras, pero el prudente sabe aguantar.

18 Herencia de los inexpertos es la necedad; corona de los prudentes, el conocimiento.

19 Los malvados se postrarán ante los buenos; los impíos, ante el tribunal de los justos.

20 Al pobre hasta sus amigos lo aborrecen, pero son muchos los que aman al rico.

21 Es un pecado despreciar al prójimo; ¡dichoso el que se compadece de los pobres!

22 Pierden el camino los que maquinan el mal, pero hallan amor y verdad los que hacen el bien.

23 Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza.

24 La corona del sabio es su sabiduría; la de los necios, su necedad.

25 El testigo veraz libra de la muerte, pero el testigo falso miente.

26 El temor del SEÑOR es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos.

27 El temor del SEÑOR es fuente de vida, y aleja al hombre de las redes de la muerte.

28 Gloria del rey es gobernar a muchos; un príncipe sin súbditos está arruinado.

29 El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez.

30 El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.

31 El que oprime al pobre ofende a su Creador, pero honra a Dios quien se apiada del necesitado.

32 El malvado cae por su propia maldad; el justo halla refugio en su integridad.

33 En el corazón de los sabios mora la sabiduría, pero los necios ni siquiera la conocen.

34 La justicia enaltece a una nación, pero el pecado deshonra a todos los pueblos.

35 El rey favorece al siervo inteligente, pero descarga su ira sobre el sinvergüenza.

Salmos 17

Oración de David.

1 SEÑOR, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. 2 Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo.

3 Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios 4 palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia 5 he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas.

6 A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración. 7 Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor. 8 Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas,

9 de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado.

10 Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolencias con su boca. 11 Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme. 12 Parecen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho.

13 ¡Vamos, SEÑOR, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados! 14 ¡Con tu mano, SEÑOR, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes.

15 Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte.


 
 
 

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