Proverbios 19 & Salmo 22
- Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
- 18 ene 2016
- 4 Min. de lectura

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Proverbios 19
1Más vale pobre e intachable que necio y embustero.
2 El afán sin conocimiento no vale nada; mucho yerra quien mucho corre.
3 La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo se irrita contra el Señor.
4 Con las riquezas aumentan los amigos, pero al pobre hasta su amigo lo abandona.
5 El testigo falso no quedará sin castigo; el que esparce mentiras no saldrá bien librado.
6 Muchos buscan congraciarse con los poderosos; todos son amigos de quienes reparten regalos.
7 Si al pobre lo aborrecen sus parientes, con más razón lo evitan sus amigos. Aunque los busca suplicante, por ninguna parte los encuentra.
8 El que adquiere cordura a sí mismo se ama, y el que retiene el discernimiento prospera.
9 El testigo falso no quedará sin castigo; el que difunde mentiras perecerá.
10 No va bien con el necio vivir entre lujos, y menos con el esclavo gobernar a los príncipes.
11 El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa.
12 Rugido de león es la ira del rey; su favor es como rocío sobre el pasto.
13 El hijo necio es la ruina del padre; la mujer pendenciera es gotera constante.
14 La casa y el dinero se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un don del Señor.
15 La pereza conduce al sueño profundo; el holgazán pasará hambre.
16 El que cumple el mandamiento cumple consigo mismo; el que descuida su conducta morirá.
17 Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones.
18 Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza; no te hagas cómplice de su muerte.
19 El iracundo tendrá que afrontar el castigo; el que intente disuadirlo aumentará su enojo.
20 Atiende al consejo y acepta la corrección, y llegarás a ser sabio.
21 El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor.
22 De todo hombre se espera lealtad. Más vale ser pobre que mentiroso.
23 El temor del Señor conduce a la vida; da un sueño tranquilo y evita los problemas.
24 El perezoso mete la mano en el plato, pero es incapaz de llevarse el bocado a la boca.
25 Golpea al insolente, y se hará prudente el inexperto; reprende al entendido, y ganará en conocimiento.
26 El que roba a su padre y echa a la calle a su madre es un hijo infame y sinvergüenza.
27 Hijo mío, si dejas de atender a la corrección, te apartarás de las palabras del saber.
28 El testigo corrupto se burla de la justicia, y la boca del malvado engulle maldad.
29 El castigo se dispuso para los insolentes, y los azotes para la espalda de los necios.
Salmos 22
Al director musical. Sígase la tonada de «La cierva de la aurora». Salmo de David.
1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento. 2 Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.
3 Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel! 4 En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste; 5 a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste.
6 Pero yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia. 7 Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza: 8 «Éste confía en el Señor, ¡pues que el Señor lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!»
9 Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre. 10 Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú.
11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude.
12 Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan. 13 Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa. 14 Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas. 15 Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte!
16 Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies. 17 Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme. 18 Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes.
19 Pero tú, Señor, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio. 20 Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros. 21 Rescátame de la boca de los leones; sálvame de los cuernos de los toros.
22 Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré. 23 ¡Alaben al Señor los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Venérenlo, descendientes de Israel! 24 Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.
25 Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas. 26 Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al Señor quienes lo buscan; ¡que su corazón viva para siempre!
27 Se acordarán del Señor y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones, 28 porque del Señor es el reino; él gobierna sobre las naciones.
29 Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida. 30 La posteridad le servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras. 31 A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia.
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