Proverbios 24 & Salmo 27
- Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
- 24 ene 2016
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Proverbios 24
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1 No envidies a los malvados, ni procures su compañía; 2 porque en su corazón traman violencia, y no hablan más que de cometer fechorías.
3 Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. 4 Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros.
5 El que es sabio tiene gran poder, y el que es entendido aumenta su fuerza. 6 La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se alcanza con muchos consejeros.
7 La sabiduría no está al alcance del necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir.
8 Al que hace planes malvados lo llamarán intrigante. 9 Las intrigas del necio son pecado, y todos aborrecen a los insolentes.
10 Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza.
11 Rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. 12 Pues aunque digas, «Yo no lo sabía», ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus acciones!
13 Come la miel, hijo mío, que es deliciosa; dulce al paladar es la miel del panal. 14 Así de dulce sea la sabiduría a tu alma; si das con ella, tendrás buen futuro; tendrás una esperanza que no será destruida.
15 No aceches cual malvado la casa del justo, ni arrases el lugar donde habita; 16 porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia.
17 No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu corazón ante su desgracia, 18 no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe, y aparte de él su enojo.
19 No te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los impíos, 20 porque el malvado no tiene porvenir; ¡la lámpara del impío se apagará!
21 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey, y no te juntes con los rebeldes, 22 porque de los dos recibirás un castigo repentino ¡y quién sabe qué calamidades puedan venir!
Otros dichos de los sabios
23 También éstos son dichos de los sabios:
No es correcto ser parcial en el juicio. 24 Maldecirán los pueblos, y despreciarán las naciones, a quien declare inocente al culpable. 25 Pero bien vistos serán, y bendecidos, los que condenen al culpable.
26 Una respuesta sincera es como un beso en los labios.
27 Prepara primero tus faenas de cultivo y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye tu casa.
28 No testifiques sin razón contra tu prójimo, ni mientas con tus labios. 29 No digas: «Le haré lo mismo que me hizo; le pagaré con la misma moneda.»
30 Pasé por el campo del perezoso, por la viña del falto de juicio. 31 Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno, y el lindero de piedras estaba en ruinas. 32 Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una lección: 33 Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos ... 34 ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez, como un hombre armado!
Salmos 27
Salmo de David.
1 El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?
2 Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen. 3 Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.
4 Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del y recrearme en su templo. 5 Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su tabernáculo me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca.
6 Me hará prevalecer frente a los enemigos que me rodean; en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al Señor.
7 Oye, Señor, mi voz cuando a ti clamo; compadécete de mí y respóndeme. 8 El corazón me dice: «¡Busca su rostro!» Y yo, Señor, tu rostro busco. 9 No te escondas de mí; no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo, porque tú has sido mi ayuda. No me desampares ni me abandones, Dios de mi salvación. 10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos. 11 Guíame, Señor, por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud, por causa de los que me acechan. 12 No me entregues al capricho de mis adversarios, pues contra mí se levantan falsos testigos que respiran violencia.
13 Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del en esta tierra de los vivientes. 14 Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor!
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