Proverbios 6 & Salmo 39
- Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
- 6 feb 2016
- 3 Min. de lectura

Proverbios 6
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Advertencia contra la insensatez
1 Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino, si has hecho tratos para responder por otro, 2 si verbalmente te has comprometido, enredándote con tus propias palabras, 3 entonces has caído en manos de tu prójimo. Si quieres librarte, hijo mío, éste es el camino: Ve corriendo y humíllate ante él; procura deshacer tu compromiso. 4 No permitas que se duerman tus ojos; no dejes que tus párpados se cierren. 5 Líbrate, como se libra del cazador la gacela, como se libra de la trampa el ave.
6 ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! 7 No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; 8 con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos.
9 Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? 10 Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos ... 11 ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez como un hombre armado!
12 El bribón y sinvergüenza, el vagabundo de boca corrupta, 13 hace guiños con los ojos, y señas con los pies y con los dedos. 14 El malvado trama el mal en su mente, y siempre anda provocando disensiones. 15 Por eso le sobrevendrá la ruina; ¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo!
16 Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables: 17 los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, 18 el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, 19 el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.
Advertencia contra el adulterio
20 Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. 21 Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. 22 Cuando camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando despiertes, hablarán contigo. 23 El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida. 24 Te protegerán de la mujer malvada, de la mujer ajena y de su lengua seductora.
25 No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos, 26 pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale. 27 ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? 28 ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? 29 Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune.
30 No se desprecia al ladrón que roba para mitigar su hambre; 31 pero si lo atrapan, deberá devolver siete tantos lo robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. 32 Pero al que comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí mismo. 33 No sacará más que golpes y vergüenzas, y no podrá borrar su oprobio. 34 Porque los celos desatan la furia del esposo, y éste no perdonará en el día de la venganza. 35 No aceptará nada en desagravio, ni se contentará con muchos regalos.
Salmos 39
Al director musical. Para Jedutún. Salmo de David.
1 Me dije a mí mismo: «Mientras esté ante gente malvada vigilaré mi conducta, me abstendré de pecar con la lengua, me pondré una mordaza en la boca.» 2 Así que guardé silencio, me mantuve callado. ¡Ni aun lo bueno salía de mi boca! Pero mi angustia iba en aumento; 3 ¡el corazón me ardía en el pecho! Al meditar en esto, el fuego se inflamó y tuve que decir:
4 «Hazme saber, Señor, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir; hazme saber lo efímero que soy. 5 Muy breve es la vida que me has dado; ante ti, mis años no son nada. Un soplo nada más es el mortal,
6 un suspiro que se pierde entre las sombras. Ilusorias son las riquezas que amontona, pues no sabe quién se quedará con ellas.
7 »Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? ¡Mi esperanza he puesto en ti! 8 Líbrame de todas mis transgresiones. Que los necios no se burlen de mí. 9 »He guardado silencio; no he abierto la boca, pues tú eres quien actúa. 10 Ya no me castigues, que los golpes de tu mano me aniquilan. 11 Tú reprendes a los mortales, los castigas por su iniquidad; como polilla, acabas con sus placeres. ¡Un soplo nada más es el mortal!
12 » Señor, escucha mi oración, atiende a mi clamor; no cierres tus oídos a mi llanto. Ante ti soy un extraño, un peregrino, como todos mis antepasados. 13 No me mires con enojo, y volveré a alegrarme antes que me muera y deje de existir.»
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