Proverbios 23 & Salmo 84
- Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
- 23 mar 2016
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Proverbios 23Nueva Versión Internacional (NVI)
1Cuando te sientes a comer con un gobernante, fíjate bien en lo que tienes ante ti. 2 Si eres dado a la glotonería, domina tu apetito. 3 No codicies sus manjares, pues tal comida no es más que un engaño.
4 No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. 5 ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas.
6 No te sientes a la mesa de un tacaño, ni codicies sus manjares, 7 que son como un pelo en la garganta. «Come y bebe», te dirá, pero no te lo dirá de corazón. 8 Acabarás vomitando lo que hayas comido, y tus cumplidos no habrán servido de nada.
9 A oídos del necio jamás dirijas palabra, pues se burlará de tus sabios consejos.
10 No cambies de lugar los linderos antiguos, ni invadas la propiedad de los huérfanos, 11 porque su Defensor es muy poderoso y contra ti defenderá su causa.
12 Aplica tu corazón a la disciplina y tus oídos al conocimiento.
13 No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá. 14 Dale unos buenos azotes, y así lo librarás del sepulcro.
15 Hijo mío, si tu corazón es sabio, también mi corazón se regocijará;
16 en lo íntimo de mi ser me alegraré cuando tus labios hablen con rectitud.
17 No envidies en tu corazón a los pecadores; más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del SEÑOR. 18 Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida.
19 Hijo mío, presta atención y sé sabio; mantén tu corazón en el camino recto. 20 No te juntes con los que beben mucho vino, ni con los que se hartan de carne, 21 pues borrachos y glotones, por su indolencia, acaban harapientos y en la pobreza.
22 Escucha a tu padre, que te engendró, y no desprecies a tu madre cuando sea anciana. 23 Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas! 24 El padre del justo experimenta gran regocijo; quien tiene un hijo sabio se solaza en él. 25 ¡Que se alegren tu padre y tu madre! ¡Que se regocije la que te dio la vida!
26 Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos. 27 Porque fosa profunda es la prostituta, y estrecho pozo, la mujer ajena. 28 Se pone al acecho, como un bandido, y multiplica la infidelidad de los hombres.
29 ¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados? 30 ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores!
31 No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa,
ni en la suavidad con que se desliza; 32 porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. 33 Tus ojos verán alucinaciones, y tu mente imaginará estupideces. 34 Te parecerá estar durmiendo en alta mar, acostado sobre el mástil mayor. 35 Y dirás: «Me han herido, pero no me duele. Me han golpeado, pero no lo siento. ¿Cuándo despertaré de este sueño para ir a buscar otro trago?»
Salmos 84Nueva Versión Internacional (NVI)
Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de los hijos de Coré.
1 ¡Cuán hermosas son tus moradas, SEÑORTodopoderoso! 2 Anhelo con el alma los atrios del SEÑOR; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida. 3 SEÑOR Todopoderoso, rey mío y Dios mío, aun el gorrión halla casa cerca de tus altares; también la golondrina hace allí su nido, para poner sus polluelos. 4 Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te está alabando.
5 Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que sólo piensa en recorrer tus sendas. 6 Cuando pasa por el valle de las Lágrimas lo convierte en región de manantiales; también las lluvias tempranas cubren de bendiciones el valle. 7 Según avanzan los peregrinos, cobran más fuerzas, y en Sión se presentan ante el Dios de dioses.
8 Oye mi oración, SEÑOR, Dios Todopoderoso; escúchame, Dios de Jacob. 9 Oh Dios, escudo nuestro, pon sobre tu ungido tus ojos bondadosos.
10 Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos. 11 El SEÑOR es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El SEÑOR brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha.
12 SEÑOR Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!