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Proverbios 27 & Salmo 119

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 27 abr 2016
  • 8 Min. de lectura

Proverbios 27 Nueva Versión Internacional (NVI)

1 No te jactes del día de mañana, porque no sabes lo que el día traerá.

2 No te jactes de ti mismo; que sean otros los que te alaben.

3 Pesada es la piedra, pesada es la arena, pero más pesada es la ira del necio.

4 Cruel es la furia, y arrolladora la ira, pero ¿quién puede enfrentarse a la envidia?

5 Más vale ser reprendido con franqueza que ser amado en secreto.

6 Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa.

7 Al que no tiene hambre, hasta la miel lo empalaga; al hambriento, hasta lo amargo le es dulce.

8 Como ave que vaga lejos del nido es el hombre que vaga lejos del hogar.

9 El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo.

10 No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre. No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un problema. Más vale vecino cercano que hermano distante.

11 Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón; así podré responder a los que me desprecian.

12 El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias.

13 Toma la prenda del que salga fiador por un extraño; reténla en garantía si la entrega por la mujer ajena.

14 El mejor saludo se juzga una impertinencia cuando se da a gritos y de madrugada.

15 Gotera constante en un día lluvioso es la mujer que siempre pelea. 16 Quien la domine, podrá dominar el viento y retener aceite en la mano.

17 El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre.

18 El que cuida de la higuera comerá de sus higos, y el que vela por su amo recibirá honores.

19 En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. 20 El sepulcro, la muerte y los ojos del hombre jamás se dan por satisfechos.

21 En el crisol se prueba la plata; en el horno se prueba el oro; ante las alabanzas, el hombre.

22 Aunque al necio lo muelas y lo remuelas, y lo machaques como al grano, no le quitarás la necedad.

23 Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas; 24 pues las riquezas no son eternas ni la fortuna está siempre segura.

25 Cuando se limpien los campos y brote el verdor, y en los montes se recoja la hierba, 26 las ovejas te darán para el vestido, y las cabras para comprar un campo; 27 tendrás leche de cabra en abundancia para que se alimenten tú y tu familia, y toda tu servidumbre.

Salmo 119 Nueva Versión Internacional (NVI)

1 Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del SEÑOR. 2 Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan. 3 Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios. 4 Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente. 5 ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos! 6 No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos. 7 Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios. 8 Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo. 9 ¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra. 10 Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. 11 En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti.

12 ¡Bendito seas, SEÑOR! ¡Enséñame tus decretos! 13 Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido. 14 Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas. 15 En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas. 16 En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra. 17 Trata con bondad a este siervo tuyo; así viviré y obedeceré tu palabra. 18 Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley. 19 En esta tierra soy un extranjero; no escondas de mí tus mandamientos. 20 A toda hora siento un nudo en la garganta por el deseo de conocer tus juicios. 21 Tú reprendes a los insolentes; ¡malditos los que se apartan de tus mandamientos! 22 Aleja de mí el menosprecio y el desdén, pues yo cumplo tus estatutos. 23 Aun los poderosos se confabulan contra mí, pero este siervo tuyo medita en tus decretos. 24 Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros. 25 Postrado estoy en el polvo; dame vida conforme a tu palabra. 26 Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos. ¡Enséñame tus decretos! 27 Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas.

28 De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra. 29 Manténme alejado de caminos torcidos; concédeme las bondades de tu ley. 30 He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios. 31 Yo, SEÑOR, me apego a tus estatutos; no me hagas pasar vergüenza. 32 Corro por el camino de tus mandamientos, porque has ampliado mi modo de pensar. 33 Enséñame, SEÑOR, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin. 34 Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón. 35 Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz. 36 Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas. 37 Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra. 38 Confirma tu promesa a este siervo, como lo has hecho con los que te temen. 39 Líbrame del oprobio que me aterra, porque tus juicios son buenos. 40 ¡Yo amo tus preceptos! ¡Dame vida conforme a tu justicia! 41 Envíame, SEÑOR, tu gran amor y tu salvación, conforme a tu promesa. 42 Así responderé a quien me desprecie, porque yo confío en tu palabra. 43 No me quites de la boca la palabra de verdad, pues en tus juicios he puesto mi esperanza.

44 Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu ley. 45 Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos. 46 Hablaré de tus estatutos a los reyes y no seré avergonzado, 47 pues amo tus mandamientos, y en ellos me regocijo. 48 Yo amo tus mandamientos, y hacia ellos elevo mis manos; ¡quiero meditar en tus decretos! 49 Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza. 50 Éste es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida. 51 Los insolentes me ofenden hasta el colmo, pero yo no me aparto de tu ley. 52 Me acuerdo, SEÑOR, de tus juicios de antaño, y encuentro consuelo en ellos. 53 Me llenan de indignación los impíos, que han abandonado tu ley. 54 Tus decretos han sido mis cánticos en el lugar de mi destierro. 55 SEÑOR, por la noche evoco tu nombre; ¡quiero cumplir tu ley! 56 Lo que a mí me corresponde es obedecer tus preceptos. 57 ¡Mi herencia eres tú, SEÑOR! Prometo obedecer tus palabras. 58 De todo corazón busco tu rostro; compadécete de mí conforme a tu promesa. 59 Me he puesto a pensar en mis caminos,

y he orientado mis pasos hacia tus estatutos. 60 Me doy prisa, no tardo nada para cumplir tus mandamientos. 61 Aunque los lazos de los impíos me aprisionan, yo no me olvido de tu ley. 62 A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios. 63 Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos. 64 Enséñame, SEÑOR, tus decretos; ¡la tierra está llena de tu gran amor! 65 Tú, SEÑOR, tratas bien a tu siervo, conforme a tu palabra. 66 Impárteme conocimiento y buen juicio, pues yo creo en tus mandamientos. 67 Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra. 68 Tú eres bueno, y haces el bien; enséñame tus decretos. 69 Aunque los insolentes me difaman, yo cumplo tus preceptos con todo el corazón. 70 El corazón de ellos es torpe e insensible, pero yo me regocijo en tu ley. 71 Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos. 72 Para mí es más valiosa tu enseñanza que millares de monedas de oro y plata. 73 Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento para aprender tus mandamientos. 74 Los que te honran se regocijan al verme, porque he puesto mi esperanza en tu palabra. 75 SEÑOR, yo sé que tus juicios son justos,

y que con justa razón me afliges. 76 Que sea tu gran amor mi consuelo, conforme a la promesa que hiciste a tu siervo. 77 Que venga tu compasión a darme vida, porque en tu ley me regocijo. 78 Sean avergonzados los insolentes que sin motivo me maltratan; yo, por mi parte, meditaré en tus preceptos. 79 Que se reconcilien conmigo los que te temen, los que conocen tus estatutos. 80 Sea mi corazón íntegro hacia tus decretos, para que yo no sea avergonzado. 81 Esperando tu salvación se me va la vida. En tu palabra he puesto mi esperanza. 82 Mis ojos se consumen esperando tu promesa, y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?» 83 Parezco un odre ennegrecido por el humo, pero no me olvido de tus decretos. 84 ¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo? ¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores? 85 Me han cavado trampas los insolentes, los que no viven conforme a tu ley. 86 Todos tus mandamientos son fidedignos; ¡ayúdame!, pues falsos son mis perseguidores. 87 Por poco me borran de la tierra, pero yo no abandono tus preceptos. 88 Por tu gran amor, dame vida y cumpliré tus estatutos. 89 Tu palabra, SEÑOR, es eterna, y está firme en los cielos. 90 Tu fidelidad permanece para siempre; estableciste la tierra, y quedó firme. 91 Todo subsiste hoy, conforme a tus decretos,

porque todo está a tu servicio. 92 Si tu ley no fuera mi regocijo, la aflicción habría acabado conmigo. 93 Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has dado vida. 94 ¡Sálvame, pues te pertenezco y escudriño tus preceptos! 95 Los impíos me acechan para destruirme, pero yo me esfuerzo por entender tus estatutos. 96 He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡sólo tus mandamientos son infinitos! 97 ¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella. 98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para siempre. 99 Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos. 100 Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos. 101 Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra. 102 No me desvío de tus juicios porque tú mismo me instruyes. 103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca! 104 De tus preceptos adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira. 105 Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero. 106 Hice un juramento, y lo he confirmado: que acataré tus rectos juicios. 107 SEÑOR, es mucho lo que he sufrido;

dame vida conforme a tu palabra. 108 SEÑOR, acepta la ofrenda que brota de mis labios; enséñame tus juicios. 109 Mi vida pende de un hilo, pero no me olvido de tu ley. 110 Los impíos me han tendido una trampa, pero no me aparto de tus preceptos. 111 Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón. 112 Inclino mi corazón a cumplir tus decretos para siempre y hasta el fin. 113 Aborrezco a los hipócritas, pero amo tu ley. 114 Tú eres mi escondite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza. 115 ¡Malhechores, apártense de mí, que quiero cumplir los mandamientos de mi Dios! 116 Sosténme conforme a tu promesa, y viviré; no defraudes mis esperanzas. 117 Defiéndeme, y estaré a salvo; siempre optaré por tus decretos. 118 Tú rechazas a los que se desvían de tus decretos, porque sólo maquinan falsedades. 119 Tú desechas como escoria a los impíos de la tierra; por eso amo tus estatutos. 120 Mi cuerpo se estremece por el temor que me inspiras; siento reverencia por tus leyes. 121 Yo practico la justicia y el derecho; no me dejes en manos de mis opresores. 122 Garantiza el bienestar de tu siervo; que no me opriman los arrogantes. 123 Mis ojos se consumen esperando tu salvación,


 
 
 
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