Proverbios 22 & Salmo 144
- Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
- 21 may 2016
- 3 Min. de lectura

Proverbios 22Nueva Versión Internacional (NVI)
22 Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y más que oro y plata, la buena reputación.
2 El rico y el pobre tienen esto en común: a ambos los ha creado el SEÑOR.
3 El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias.
4 Recompensa de la humildad y del temor del son las riquezas, la honra y la vida.
5 Espinas y trampas hay en la senda de los impíos, pero el que cuida su vida se aleja de ellas.
6 Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará.
7 Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores.
8 El que siembra maldad cosecha desgracias; el SEÑOR lo destruirá con el cetro de su ira.
9 El que es generoso será bendecido, pues comparte su comida con los pobres.
10 Despide al insolente, y se irá la discordia y cesarán los pleitos y los insultos.
11 El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar tendrá por amigo al rey.
12 Los ojos del SEÑOR protegen el saber, pero desbaratan las palabras del traidor.
13 «¡Hay un león allá afuera! —dice el holgazán—. ¡En plena calle me va a hacer pedazos!»
14 La boca de la adúltera es una fosa profunda; en ella caerá quien esté bajo la ira del SEÑOR.
15 La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige.
16 Oprimir al pobre para enriquecerse, y hacerle regalos al rico, ¡buena manera de empobrecerse!
Los treinta dichos de los sabios
17 Presta atención, escucha mis palabras; aplica tu corazón a mi conocimiento. 18 Grato es retenerlas dentro de ti, y tenerlas todas a flor de labio. 19 A ti te las enseño en este día, para que pongas tu confianza en el SEÑOR. 20 ¿Acaso no te he escrito treinta dichos que contienen sabios consejos? 21 Son para enseñarte palabras ciertas y confiables, para que sepas responder bien a quien te pregunte.
22 No explotes al pobre porque es pobre, ni oprimas en los tribunales a los necesitados; 23 porque el SEÑOR defenderá su causa, y despojará a quienes los despojen.
24 No te hagas amigo de gente violenta, ni te juntes con los iracundos, 25 no sea que aprendas sus malas costumbres y tú mismo caigas en la trampa.
26 No te comprometas por otros ni salgas fiador de deudas ajenas; 27 porque si no tienes con qué pagar, te quitarán hasta la cama en que duermes.
28 No cambies de lugar los linderos antiguos que establecieron tus antepasados.
29 ¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie.
Salmo 144Nueva Versión Internacional (NVI)
Salmo de David.
1 Bendito sea el SEÑOR, mi Roca, que adiestra mis manos para la guerra, mis dedos para la batalla. 2 Él es mi Dios amoroso, mi amparo, mi más alto escondite, mi libertador, mi escudo, en quien me refugio. Él es quien pone los pueblos a mis pies.
3 SEÑOR, ¿qué es el mortal para que lo cuides? ¿Qué es el ser humano para que en él pienses? 4 Todo mortal es como un suspiro; sus días son fugaces como una sombra.
5 Abre tus cielos, SEÑOR, y desciende; toca los montes y haz que echen humo. 6 Lanza relámpagos y dispersa al enemigo; dispara tus flechas y ponlo en retirada. 7 Extiende tu mano desde las alturas y sálvame de las aguas tumultuosas; líbrame del poder de gente extraña. 8 Cuando abren la boca, dicen mentiras; cuando levantan su diestra, juran en falso.
9 Te cantaré, oh Dios, un cántico nuevo; con el arpa de diez cuerdas te cantaré salmos. 10 Tú das la victoria a los reyes; a tu siervo David lo libras de la cruenta espada.
11 Ponme a salvo, líbrame del poder de gente extraña. Cuando abren la boca, dicen mentiras; cuando levantan su diestra, juran en falso.
12 Que nuestros hijos, en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio. 13 Que nuestros graneros se llenen con provisiones de toda especie. Que nuestros rebaños aumenten por millares, por decenas de millares en nuestros campos. 14 Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas; que no haya brechas ni salidas, ni gritos de angustia en nuestras calles. 15 ¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto! ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR!