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Proverbios 7 & Salmo 10

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 4 jun 2016
  • 3 Min. de lectura

Proverbios 7Nueva Versión Internacional (NVI)

Advertencia contra la mujer adúltera

7 Hijo mío, pon en práctica mis palabras y atesora mis mandamientos. 2 Cumple con mis mandatos, y vivirás; cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos. 3 Llévalos atados en los dedos; anótalos en la tablilla de tu corazón. 4 Di a la sabiduría: «Tú eres mi hermana», y a la inteligencia: «Eres de mi sangre.» 5 Ellas te librarán de la mujer ajena, de la adúltera y de sus palabras seductoras.

6 Desde la ventana de mi casa miré a través de la celosía. 7 Me puse a ver a los inexpertos, y entre los jóvenes observé a uno de ellos falto de juicio. 8 Cruzó la calle, llegó a la esquina, y se encaminó hacia la casa de esa mujer. 9 Caía la tarde. Llegaba el día a su fin. Avanzaban las sombras de la noche.

10 De pronto la mujer salió a su encuentro, con toda la apariencia de una prostituta y con solapadas intenciones. 11 (Como es escandalosa y descarada, nunca hallan sus pies reposo en su casa. 12 Unas veces por las calles, otras veces por las plazas, siempre está al acecho en cada esquina.)

13 Se prendió de su cuello, lo besó, y con todo descaro le dijo:

14 «Tengo en mi casa sacrificios de comunión, pues hoy he cumplido mis votos. 15 Por eso he venido a tu encuentro; te buscaba, ¡y ya te he encontrado! 16 Sobre la cama he tendido multicolores linos egipcios. 17 He perfumado mi lecho con aroma de mirra, áloe y canela. 18 Ven, bebamos hasta el fondo la copa del amor; ¡disfrutemos del amor hasta el amanecer! 19 Mi esposo no está en casa, pues ha emprendido un largo viaje. 20 Se ha llevado consigo la bolsa del dinero, y no regresará hasta el día de luna llena.»

21 Con palabras persuasivas lo convenció; con lisonjas de sus labios lo sedujo. 22 Y él en seguida fue tras ella, como el buey que va camino al matadero; como el ciervo que cae en la trampa, 23 hasta que una flecha le abre las entrañas; como el ave que se lanza contra la red, sin saber que en ello le va la vida.

24 Así que, hijo mío, escúchame; presta atención a mis palabras. 25 No desvíes tu corazón hacia sus sendas, ni te extravíes por sus caminos, 26 pues muchos han muerto por su causa; sus víctimas han sido innumerables.

27 Su casa lleva derecho al sepulcro; ¡conduce al reino de la muerte!

Salmo 10Nueva Versión Internacional (NVI)

Lámed

1 ¿Por qué, SEÑOR, te mantienes distante? ¿Por qué te escondes en momentos de angustia? 2 Con arrogancia persigue el malvado al indefenso, pero se enredará en sus propias artimañas. 3 El malvado hace alarde de su propia codicia; alaba al ambicioso y menosprecia al SEÑOR. 4 El malvado levanta insolente la nariz, y no da lugar a Dios en sus pensamientos. 5 Todas sus empresas son siempre exitosas; tan altos y alejados de él están tus juicios que se burla de todos sus enemigos. 6 Y se dice a sí mismo: «Nada me hará caer. Siempre seré feliz. Nunca tendré problemas.» 7 Llena está su boca de maldiciones, de mentiras y amenazas; bajo su lengua esconde maldad y violencia. 8 Se pone al acecho en las aldeas, se esconde en espera de sus víctimas, y asesina a mansalva al inocente. 9 Cual león en su guarida se agazapa, listo para atrapar al indefenso; le cae encima y lo arrastra en su red. 10 Bajo el peso de su poder, sus víctimas caen por tierra. 11 Se dice a sí mismo: «Dios se ha olvidado.

Se cubre el rostro. Nunca ve nada.» 12 ¡Levántate, SEÑOR! ¡Levanta, oh Dios, tu brazo! ¡No te olvides de los indefensos! 13 ¿Por qué te ha de menospreciar el malvado? ¿Por qué ha de pensar que no lo llamarás a cuentas? 14 Pero tú ves la opresión y la violencia, las tomas en cuenta y te harás cargo de ellas. Las víctimas confían en ti; tú eres la ayuda de los huérfanos. 15 ¡Rómpeles el brazo al malvado y al impío! ¡Pídeles cuentas de su maldad, y haz que desaparezcan por completo! 16 El SEÑOR es rey eterno; los paganos serán borrados de su tierra. 17 Tú, SEÑOR, escuchas la petición de los indefensos, les infundes aliento y atiendes a su clamor. 18 Tú defiendes al huérfano y al oprimido, para que el hombre, hecho de tierra, no siga ya sembrando el terror.


 
 
 
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