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Proverbios 8 & Salmo 40

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 9 jul 2016
  • 4 Min. de lectura

Proverbios 8Nueva Versión Internacional (NVI)

Llamado de la sabiduría

1 ¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? 2 Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. 3 Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: 4 «A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. 5 Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! 6 Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán con justicia. 7 Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. 8 Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. 9 Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. 10 Opten por mi instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. 11 Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara.

12 »Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia y poseo conocimiento y discreción. 13 Quien teme al SEÑOR aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia,

la mala conducta y el lenguaje perverso. 14 Míos son el consejo y el buen juicio; míos son el entendimiento y el poder. 15 Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. 16 Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. 17 A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. 18 Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. 19 Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. 20 Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, 21 enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros.

22 »El SEÑOR me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. 23 Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. 24 No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. 25 Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, 26 antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. 27 Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. 28 Cuando estableció las nubes en los cielos

y reforzó las fuentes del mar profundo; 29 cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, 30 allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; 31 me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba!

32 »Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los que van por mis caminos. 33 Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden. 34 Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. 35 En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del SEÑOR. 36 Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte.»

Salmo 40Nueva Versión Internacional (NVI)

Al director musical. Salmo de David.

1 Puse en el SEÑOR toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. 2 Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme. 3 Puso en mis labios un cántico nuevo,

un himno de alabanza a nuestro Dios. Al ver esto, muchos tuvieron miedo y pusieron su confianza en el SEÑOR.

4 Dichoso el que pone su confianza en el y no recurre a los idólatras ni a los que adoran dioses falsos. 5 Muchas son, SEÑOR mi Dios, las maravillas que tú has hecho. No es posible enumerar tus bondades en favor nuestro. Si quisiera anunciarlas y proclamarlas, serían más de lo que puedo contar.

6 A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas, pero me has hecho obediente; tú no has pedido holocaustos ni sacrificios por el pecado. 7 Por eso dije: «Aquí me tienes —como el libro dice de mí—. 8 Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí.»

9 En medio de la gran asamblea he dado a conocer tu justicia. Tú bien sabes, SEÑOR, que no he sellado mis labios. 10 No escondo tu justicia en mi corazón, sino que proclamo tu fidelidad y tu salvación. No oculto en la gran asamblea tu gran amor y tu verdad.

11 No me niegues, SEÑOR, tu misericordia; que siempre me protejan tu amor y tu verdad. 12 Muchos males me han rodeado; tantos son que no puedo contarlos.

Me han alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver. Son más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón desfallece. 13 Por favor, SEÑOR, ¡ven a librarme! ¡Ven pronto, SEÑOR, en mi auxilio!

14 Sean confundidos y avergonzados todos los que tratan de matarme; huyan derrotados todos los que procuran mi mal; 15 que la vergüenza de su derrota humille a los que se burlan de mí. 16 Pero que todos los que te buscan se alegren en ti y se regocijen; que los que aman tu salvación digan siempre: «¡Cuán grande es el SEÑOR!»

17 Y a mí, pobre y necesitado, quiera el Señor tomarme en cuenta. Tú eres mi socorro y mi libertador; ¡no te tardes, Dios mío!


 
 
 
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