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Proverbios 14 & Salmo 78

  • Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
  • 12 ago 2016
  • 7 Min. de lectura

Proverbios 14Nueva Versión Internacional (NVI)

1La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye.

2 El que va por buen camino teme al SEÑOR; el que va por mal camino lo desprecia.

3 De la boca del necio brota arrogancia; los labios del sabio son su propia protección.

4 Donde no hay bueyes el granero está vacío; con la fuerza del buey aumenta la cosecha.

5 El testigo verdadero jamás engaña; el testigo falso propaga mentiras.

6 El insolente busca sabiduría y no la halla; para el entendido, el conocimiento es cosa fácil.

7 Manténte a distancia del necio, pues en sus labios no hallarás conocimiento.

8 La sabiduría del prudente es discernir sus caminos, pero al necio lo engaña su propia necedad.

9 Los necios hacen mofa de sus propias faltas, pero los íntegros cuentan con el favor de Dios.

10 Cada corazón conoce sus propias amarguras, y ningún extraño comparte su alegría.

11 La casa del malvado será destruida, pero la morada del justo prosperará.

12 Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte.

13 También de reírse duele el corazón, y hay alegrías que acaban en tristeza.

14 El inconstante recibirá todo el pago de su inconstancia; el hombre bueno, el premio de sus acciones.

15 El ingenuo cree todo lo que le dicen; el prudente se fija por dónde va.

16 El sabio teme al SEÑOR y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y se pasa de confiado.

17 El iracundo comete locuras, pero el prudente sabe aguantar.

18 Herencia de los inexpertos es la necedad; corona de los prudentes, el conocimiento.

19 Los malvados se postrarán ante los buenos; los impíos, ante el tribunal de los justos.

20 Al pobre hasta sus amigos lo aborrecen, pero son muchos los que aman al rico.

21 Es un pecado despreciar al prójimo; ¡dichoso el que se compadece de los pobres!

22 Pierden el camino los que maquinan el mal, pero hallan amor y verdad los que hacen el bien.

23 Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza.

24 La corona del sabio es su sabiduría; la de los necios, su necedad.

25 El testigo veraz libra de la muerte, pero el testigo falso miente.

26 El temor del SEÑOR es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos.

27 El temor del SEÑOR es fuente de vida, y aleja al hombre de las redes de la muerte.

28 Gloria del rey es gobernar a muchos; un príncipe sin súbditos está arruinado.

29 El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez.

30 El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.

31 El que oprime al pobre ofende a su Creador, pero honra a Dios quien se apiada del necesitado.

32 El malvado cae por su propia maldad; el justo halla refugio en su integridad.

33 En el corazón de los sabios mora la sabiduría, pero los necios ni siquiera la conocen.

34 La justicia enaltece a una nación, pero el pecado deshonra a todos los pueblos.

35 El rey favorece al siervo inteligente, pero descarga su ira sobre el sinvergüenza.

Salmo 78 Nueva Versión Internacional (NVI)

Masquil de Asaf.

1 Pueblo mío, atiende a mi enseñanza; presta oído a las palabras de mi boca. 2 Mis labios pronunciarán parábolas

y evocarán misterios de antaño, 3 cosas que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado. 4 No las esconderemos de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera del poder del SEÑOR, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado. 5 Él promulgó un decreto para Jacob, dictó una ley para Israel; ordenó a nuestros antepasados enseñarlos a sus descendientes, 6 para que los conocieran las generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los enseñarían a sus hijos. 7 Así ellos pondrían su confianza en Dios y no se olvidarían de sus proezas, sino que cumplirían sus mandamientos. 8 Así no serían como sus antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios.

9 La tribu de Efraín, con sus diestros arqueros, se puso en fuga el día de la batalla. 10 No cumplieron con el pacto de Dios, sino que se negaron a seguir sus enseñanzas. 11 Echaron al olvido sus proezas, las maravillas que les había mostrado, 12 los milagros que hizo a la vista de sus padres en la tierra de Egipto, en la región de Zoán. 13 Partió el mar en dos para que ellos lo cruzaran, mientras mantenía las aguas firmes como un muro. 14 De día los guió con una nube,

y toda la noche con luz de fuego. 15 En el desierto partió en dos las rocas, y les dio a beber torrentes de aguas; 16 hizo que brotaran arroyos de la peña y que las aguas fluyeran como ríos.

17 Pero ellos volvieron a pecar contra él; en el desierto se rebelaron contra el Altísimo. 18 Con toda intención pusieron a Dios a prueba, y le exigieron comida a su antojo. 19 Murmuraron contra Dios, y aun dijeron: «¿Podrá Dios tendernos una mesa en el desierto? 20 Cuando golpeó la roca, el agua brotó en torrentes; pero ¿podrá también darnos de comer?, ¿podrá proveerle carne a su pueblo?» 21 Cuando el SEÑOR oyó esto, se puso muy furioso; su enojo se encendió contra Jacob, su ira ardió contra Israel. 22 Porque no confiaron en Dios, ni creyeron que él los salvaría. 23 Desde lo alto dio una orden a las nubes, y se abrieron las puertas de los cielos. 24 Hizo que les lloviera maná, para que comieran; pan del cielo les dio a comer. 25 Todos ellos comieron pan de ángeles; Dios les envió comida hasta saciarlos. 26 Desató desde el cielo el viento solano, y con su poder levantó el viento del sur. 27 Cual lluvia de polvo, hizo que les lloviera carne; ¡nubes de pájaros, como la arena del mar! 28 Los hizo caer en medio de su campamento y en los alrededores de sus tiendas.

29 Comieron y se hartaron, pues Dios les cumplió su capricho. 30 Pero el capricho no les duró mucho: aún tenían la comida en la boca 31 cuando el enojo de Dios vino sobre ellos: dio muerte a sus hombres más robustos; abatió a la flor y nata de Israel.

32 A pesar de todo, siguieron pecando y no creyeron en sus maravillas. 33 Por tanto, Dios hizo que sus días se esfumaran como un suspiro, que sus años acabaran en medio del terror. 34 Si Dios los castigaba, entonces lo buscaban, y con ansias se volvían de nuevo a él. 35 Se acordaban de que Dios era su roca, de que el Dios Altísimo era su redentor. 36 Pero entonces lo halagaban con la boca, y le mentían con la lengua. 37 No fue su corazón sincero para con Dios; no fueron fieles a su pacto. 38 Sin embargo, él les tuvo compasión; les perdonó su maldad y no los destruyó. Una y otra vez contuvo su enojo, y no se dejó llevar del todo por la ira. 39 Se acordó de que eran simples mortales, un efímero suspiro que jamás regresa.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, y lo entristecieron en los páramos! 41 Una y otra vez ponían a Dios a prueba; provocaban al Santo de Israel. 42 Jamás se acordaron de su poder, de cuando los rescató del opresor,

43 ni de sus señales milagrosas en Egipto, ni de sus portentos en la región de Zoán, 44 cuando convirtió en sangre los ríos egipcios y no pudieron ellos beber de sus arroyos; 45 cuando les envió tábanos que se los devoraban, y ranas que los destruían; 46 cuando entregó sus cosechas a los saltamontes, y sus sembrados a la langosta; 47 cuando con granizo destruyó sus viñas, y con escarcha sus higueras; 48 cuando entregó su ganado al granizo, y sus rebaños a las centellas; 49 cuando lanzó contra ellos el ardor de su ira, de su furor, indignación y hostilidad: ¡todo un ejército de ángeles destructores! 50 Dio rienda suelta a su enojo y no los libró de la muerte, sino que los entregó a la plaga. 51 Dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, a las primicias de su raza en los campamentos de Cam. 52 A su pueblo lo guió como a un rebaño; los llevó por el desierto, como a ovejas, 53 infundiéndoles confianza para que no temieran. Pero a sus enemigos se los tragó el mar. 54 Trajo a su pueblo a esta su tierra santa, a estas montañas que su diestra conquistó. 55 Al paso de los israelitas expulsó naciones, cuyas tierras dio a su pueblo en heredad; ¡así estableció en sus tiendas a las tribus de Israel!

56 Pero ellos pusieron a prueba a Dios: se rebelaron contra el Altísimo y desobedecieron sus estatutos.

57 Fueron desleales y traidores, como sus padres; ¡tan falsos como un arco defectuoso! 58 Lo irritaron con sus santuarios paganos; con sus ídolos despertaron sus celos. 59 Dios lo supo y se puso muy furioso, por lo que rechazó completamente a Israel. 60 Abandonó el tabernáculo de Siló, que era su santuario aquí en la tierra, 61 y dejó que el símbolo de su poder y gloria cayera cautivo en manos enemigas. 62 Tan furioso estaba contra su pueblo que dejó que los mataran a filo de espada. 63 A sus jóvenes los consumió el fuego, y no hubo cantos nupciales para sus doncellas; 64 a filo de espada cayeron sus sacerdotes, y sus viudas no pudieron hacerles duelo.

65 Despertó entonces el Señor, como quien despierta de un sueño, como un guerrero que, por causa del vino, lanza gritos desaforados. 66 Hizo retroceder a sus enemigos, y los puso en vergüenza para siempre. 67 Rechazó a los descendientes de José, y no escogió a la tribu de Efraín; 68 más bien, escogió a la tribu de Judá y al monte Sión, al cual ama. 69 Construyó su santuario, alto como los cielos, como la tierra, que él afirmó para siempre. 70 Escogió a su siervo David, al que sacó de los apriscos de las ovejas, 71 y lo quitó de andar arreando los rebaños para que fuera el pastor de Jacob, su pueblo;

el pastor de Israel, su herencia. 72 Y David los pastoreó con corazón sincero; con mano experta los dirigió.


 
 
 
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