Proverbios 24 & Salmo 119
- Recordatorio de Los Drs. Hood Devocional –
- 22 sept 2016
- 8 Min. de lectura

Proverbios 24Nueva Versión Internacional (NVI)
1No envidies a los malvados, ni procures su compañía; 2 porque en su corazón traman violencia, y no hablan más que de cometer fechorías.
3 Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. 4 Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros.
5 El que es sabio tiene gran poder, y el que es entendido aumenta su fuerza. 6 La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se alcanza con muchos consejeros.
7 La sabiduría no está al alcance del necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir.
8 Al que hace planes malvados lo llamarán intrigante. 9 Las intrigas del necio son pecado, y todos aborrecen a los insolentes.
10 Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza.
11 Rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. 12 Pues aunque digas, «Yo no lo sabía», ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus acciones!
13 Come la miel, hijo mío, que es deliciosa; dulce al paladar es la miel del panal. 14 Así de dulce sea la sabiduría a tu alma; si das con ella, tendrás buen futuro; tendrás una esperanza que no será destruida.
15 No aceches cual malvado la casa del justo, ni arrases el lugar donde habita; 16 porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia.
17 No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu corazón ante su desgracia, 18 no sea que el SEÑOR lo vea y no lo apruebe, y aparte de él su enojo.
19 No te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los impíos, 20 porque el malvado no tiene porvenir; ¡la lámpara del impío se apagará!
21 Hijo mío, teme al SEÑOR y honra al rey, y no te juntes con los rebeldes, 22 porque de los dos recibirás un castigo repentino ¡y quién sabe qué calamidades puedan venir!
Otros dichos de los sabios
23 También éstos son dichos de los sabios:
No es correcto ser parcial en el juicio. 24 Maldecirán los pueblos, y despreciarán las naciones, a quien declare inocente al culpable.
25 Pero bien vistos serán, y bendecidos, los que condenen al culpable.
26 Una respuesta sincera es como un beso en los labios.
27 Prepara primero tus faenas de cultivo y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye tu casa.
28 No testifiques sin razón contra tu prójimo, ni mientas con tus labios. 29 No digas: «Le haré lo mismo que me hizo; le pagaré con la misma moneda.»
30 Pasé por el campo del perezoso, por la viña del falto de juicio. 31 Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno, y el lindero de piedras estaba en ruinas. 32 Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una lección: 33 Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos ... 34 ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez, como un hombre armado!
Salmo119Nueva Versión Internacional (NVI)
1 Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del SEÑOR. 2 Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan. 3 Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios. 4 Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente. 5 ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos! 6 No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos. 7 Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios. 8 Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo. 9 ¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra. 10 Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. 11 En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti. 12 ¡Bendito seas, SEÑOR! ¡Enséñame tus decretos! 13 Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido. 14 Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas. 15 En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas.
16 En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra. 17 Trata con bondad a este siervo tuyo; así viviré y obedeceré tu palabra. 18 Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley. 19 En esta tierra soy un extranjero; no escondas de mí tus mandamientos. 20 A toda hora siento un nudo en la garganta por el deseo de conocer tus juicios. 21 Tú reprendes a los insolentes; ¡malditos los que se apartan de tus mandamientos! 22 Aleja de mí el menosprecio y el desdén, pues yo cumplo tus estatutos. 23 Aun los poderosos se confabulan contra mí, pero este siervo tuyo medita en tus decretos. 24 Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros. 25 Postrado estoy en el polvo; dame vida conforme a tu palabra. 26 Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos. ¡Enséñame tus decretos! 27 Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas. 28 De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra. 29 Manténme alejado de caminos torcidos; concédeme las bondades de tu ley. 30 He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios. 31 Yo, SEÑOR, me apego a tus estatutos; no me hagas pasar vergüenza.
32 Corro por el camino de tus mandamientos, porque has ampliado mi modo de pensar. 33 Enséñame, SEÑOR, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin. 34 Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón. 35 Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz. 36 Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas. 37 Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra. 38 Confirma tu promesa a este siervo, como lo has hecho con los que te temen. 39 Líbrame del oprobio que me aterra, porque tus juicios son buenos. 40 ¡Yo amo tus preceptos! ¡Dame vida conforme a tu justicia! 41 Envíame, SEÑOR, tu gran amor y tu salvación, conforme a tu promesa. 42 Así responderé a quien me desprecie, porque yo confío en tu palabra. 43 No me quites de la boca la palabra de verdad, pues en tus juicios he puesto mi esperanza. 44 Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu ley. 45 Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos. 46 Hablaré de tus estatutos a los reyes y no seré avergonzado, 47 pues amo tus mandamientos, y en ellos me regocijo.
48 Yo amo tus mandamientos, y hacia ellos elevo mis manos; ¡quiero meditar en tus decretos! 49 Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza. 50 Éste es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida. 51 Los insolentes me ofenden hasta el colmo, pero yo no me aparto de tu ley. 52 Me acuerdo, SEÑOR, de tus juicios de antaño, y encuentro consuelo en ellos. 53 Me llenan de indignación los impíos, que han abandonado tu ley. 54 Tus decretos han sido mis cánticos en el lugar de mi destierro. 55 SEÑOR, por la noche evoco tu nombre; ¡quiero cumplir tu ley! 56 Lo que a mí me corresponde es obedecer tus preceptos. 57 ¡Mi herencia eres tú, SEÑOR! Prometo obedecer tus palabras. 58 De todo corazón busco tu rostro; compadécete de mí conforme a tu promesa. 59 Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos. 60 Me doy prisa, no tardo nada para cumplir tus mandamientos. 61 Aunque los lazos de los impíos me aprisionan, yo no me olvido de tu ley. 62 A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios. 63 Soy amigo de todos los que te honran,
de todos los que observan tus preceptos. 64 Enséñame, SEÑOR, tus decretos; ¡la tierra está llena de tu gran amor! 65 Tú, SEÑOR, tratas bien a tu siervo, conforme a tu palabra. 66 Impárteme conocimiento y buen juicio, pues yo creo en tus mandamientos. 67 Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra. 68 Tú eres bueno, y haces el bien; enséñame tus decretos. 69 Aunque los insolentes me difaman, yo cumplo tus preceptos con todo el corazón. 70 El corazón de ellos es torpe e insensible, pero yo me regocijo en tu ley. 71 Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos. 72 Para mí es más valiosa tu enseñanza que millares de monedas de oro y plata. 73 Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento para aprender tus mandamientos. 74 Los que te honran se regocijan al verme, porque he puesto mi esperanza en tu palabra. 75 SEÑOR, yo sé que tus juicios son justos, y que con justa razón me afliges. 76 Que sea tu gran amor mi consuelo, conforme a la promesa que hiciste a tu siervo. 77 Que venga tu compasión a darme vida, porque en tu ley me regocijo. 78 Sean avergonzados los insolentes que sin motivo me maltratan; yo, por mi parte, meditaré en tus preceptos. 79 Que se reconcilien conmigo los que te temen,
los que conocen tus estatutos. 80 Sea mi corazón íntegro hacia tus decretos, para que yo no sea avergonzado. 81 Esperando tu salvación se me va la vida. En tu palabra he puesto mi esperanza. 82 Mis ojos se consumen esperando tu promesa, y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?» 83 Parezco un odre ennegrecido por el humo, pero no me olvido de tus decretos. 84 ¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo? ¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores? 85 Me han cavado trampas los insolentes, los que no viven conforme a tu ley. 86 Todos tus mandamientos son fidedignos; ¡ayúdame!, pues falsos son mis perseguidores. 87 Por poco me borran de la tierra, pero yo no abandono tus preceptos. 88 Por tu gran amor, dame vida y cumpliré tus estatutos. 89 Tu palabra, SEÑOR, es eterna, y está firme en los cielos. 90 Tu fidelidad permanece para siempre; estableciste la tierra, y quedó firme. 91 Todo subsiste hoy, conforme a tus decretos, porque todo está a tu servicio. 92 Si tu ley no fuera mi regocijo, la aflicción habría acabado conmigo. 93 Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has dado vida. 94 ¡Sálvame, pues te pertenezco y escudriño tus preceptos! 95 Los impíos me acechan para destruirme,
pero yo me esfuerzo por entender tus estatutos. 96 He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡sólo tus mandamientos son infinitos! 97 ¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella. 98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para siempre. 99 Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos. 100 Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos. 101 Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra. 102 No me desvío de tus juicios porque tú mismo me instruyes. 103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca! 104 De tus preceptos adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira. 105 Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero. 106 Hice un juramento, y lo he confirmado: que acataré tus rectos juicios. 107 SEÑOR, es mucho lo que he sufrido; dame vida conforme a tu palabra. 108 SEÑOR, acepta la ofrenda que brota de mis labios; enséñame tus juicios. 109 Mi vida pende de un hilo, pero no me olvido de tu ley. 110 Los impíos me han tendido una trampa, pero no me aparto de tus preceptos. 111 Tus estatutos son mi herencia permanente;............